El juego de humillación que se desenvuelve entre amo y sumisa, es el punto donde radica el poder erótico. A su vez brinda la posibilidad de múltiples variantes, desde el fetichismo y adoración a un objeto hasta humillación verbal.
Cualquier cambio que rompa con la monotonía de la vida erótica será beneficioso para la pareja. Sin embargo, la inclusión debe ser gradual, disfrutando a pleno de cada acción nueva y con el objetivo de aventurarse a más.
Puedes empezar utilizando únicamente cintas de seda o esposas (cuanto más suaves, mejor) e introducir otros elementos que puedan ser erotizantes: los cachetes en las nalgas (spanking), una fusta (flogger) y algún disfraz pueden ser la expresión de muchas de nuestras fantasías, tanto de las fantasías sexuales de los hombres, como las de las mujeres. Pero, antes de hacerlo, lo primero es hablarlo.
Eso es muy importante hablar, fijar claves y tener un plan B. La confianza hará que puedas decirle a tu pareja lo que quieres, pero también que cuando oigas o veas una clave, previamente acordada para parar o aminorar, esta se cumpla. Además, esa conversación también te llevará a que acuerden medidas alternativas del tipo “qué hacer si se rompen las llaves de las esposas”.
NO TE DESCONECTES DE INMEDIATO
Incluso los masoquistas más salvajes necesitan recomponerse. Por eso tenemos la ‘recuperación’. Es como estirar después de una rutina de entrenamiento. Las endorfinas fluyen tan rápidamente que puede que ambos necesiten calmarse.
Todas las parejas deberían hablar sobre lo que les hace felices después de los juegos.
Podrían ser caricias en la espalda o escribir un diario conjunto. Disfruta del post sexo entre sus brazos. Al día siguiente, hablen sobre lo que funcionó y lo que no. Las llamadas telefónicas y mensajes de texto sirven como una buena retroalimentación
EN SUS ZAPATOS
Lo puedes hacer literalmente si así te gusta. Pero lo que quiero decir es que intentes entender la posición de tu pareja. También podrías disfrutar de ser sumisa o viceversa.
En la actualidad, aprender a pensar como una mujer podría ayudarte, ¿cómo? Entrégate a una. Podrías encontrar la sumisión como algo liberador, unas vacaciones de la masculinidad social. Te dará un muy merecido descanso de ser el jefe.
Para alguien que no lo conozca, el dominante puede parecer el que controla, pero realmente es el sumiso el que mantiene el poder. El sumiso acuerda o rechaza las nuevas ideas, y puede parar cualquier fiesta con la simple mención de la palabra de seguridad. Cuando un sumiso entrega el poder a un dominante, lo hace queriendo. La confianza mutua es la clave, y los beneficia a ambos. Si quieres que alguien sea tu sumiso, tienes que mostrarle respeto. Esto significa que nunca intentarás ideas no consensuadas. Le das a tu pareja lo que quiere, y para saber lo que quiere, tienes que preguntar.
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