Sexo de calidad es sinónimo de sexo gourmet. Se trata de disfrutar del placer con todos los sentidos (gusto, olfato, vista, tacto, oído y el sexto sentido: “la fantasía”), añadiendo un punto de creatividad y olvidándonos de llegar a una meta. Simplemente se trata de gozar de todo el proceso.
En muchas ocasiones creemos que para conseguir un buen sexo necesitamos tiempo y grandes dosis de imaginación. Pero a través de las las claves expuestas a continuación desmitificaremos esta creencia pudiendo mejorar la calidad del sexo sin hacer un elevado esfuerzo ni invertir demasiado tiempo.
Si nos paramos a pensar, en muchas ocasiones hacemos cosas que no nos acaban de apetecer, pero si mantenemos un ritmo y frecuencia y nos incentivamos, acaban gustándonos y hasta acabamos deseando que llegue el momento de volverlo a hacer. Por ejemplo, el deporte. Con la sexualidad ocurre exactamente lo mismo: si lo priorizamos y no lo dejamos “para después de las obligaciones”, disfrutaremos de ello ¡más y mejor!
Con el paso de los años (y sobre todo si tenemos pareja estable) nos olvidamos que el sexo es mucho más que preliminares, coito y orgasmo. Por tanto, si queremos tener un sexo de calidad ha llegado el momento de volver a recuperar el coqueteo y la picardía fuera del momento sexual y convertir nuestro día a día en erótico, sensual y positivo.
Introduciendo la seducción, automáticamente conseguiremos aumentar nuestro deseo y el de nuestra pareja. Con esto no quiero decir que se deba dedicar un largo y tedioso tiempo a la seducción, sino que en ocasiones un simple beso, mirada, acercamiento o comentario subido de tono, conductas que son de dos minutos, son suficientes para revivir la llama.
Para poder disfrutar plenamente del sexo debemos conocernos primero nosotros mismos. Es importante conocer nuestras apetencias en el terreno sexual: saber qué es lo que nos activa, con qué se despierta nuestro deseo, qué es lo que nos interesa y lo que no, con qué nos sentimos cómodos, etcétera. Es el momento de experimentar y conocer nuestros gustos personales.
Para podernos comunicar sexualmente debemos saber qué es lo que nos gusta y lo que nos desagrada (punto anterior). Es verdad que es distinto saber qué es lo que uno quiere que tenerlo que comunicar al otro, y más en el caso de las preferencias sexuales. En muchos casos puede invadirnos la timidez, el miedo a que nos juzguen o a dar una mala imagen, pero debemos recordar que nuestra pareja nos quiere y es nuestra compañera. Además, en el campo de la sexualidad no hay cosas bien o mal hechas, sino simplemente preferencias y gustos.
El sexo de calidad va ligado indiscutiblemente a la creatividad, espontaneidad e imaginación. Los enemigos principales de la sexualidad son la rutina, la pereza y la monotonía. Estos aparecen en el instante que dejamos de innovar, que caemos en el hábito de hacer siempre lo mismo, en el mismo lugar, a la misma hora y de la misma manera.
Con un poco de ganas y dedicación podemos conseguir ir introduciendo pequeños cambios que nos hagan salir de la monotonía y evitar la pereza.
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