El sexo entorpece tu vida normal: Tener muchas parejas sexuales, gastar mucho dinero en la obtención de sexo, o incluso involucrarte en actividades sexuales consideradas de alto riesgo, no necesariamente significan que eres adicto o adicta al sexo.
En lugar de esto, pregúntate si lo anterior entorpece el desarrollo de los aspectos de tu vida que no tienen que ver con el sexo; si el tiempo, el dinero o la energía mental que inviertes en tu vida sexual hace que descuides otras facetas de tu vida o, incluso, te impiden relacionarte de modo sano con los demás, es muy probable que tengas un problema.
Escapa a tu control
Cualquiera que sufra algún tipo de adicción actúa a partir de impulsos o compulsiones que, casi siempre, deben ser satisfechos de inmediato y sin pensar en las consecuencias; algunos adictos describen el momento similar a un aturdimiento en el que “se enganchan” y actúan de modo casi automático. Y a menudo las consecuencias de este tipo de conducta afectan tu salud, tu bolsillo, tus relaciones a largo plazo, tu trabajo o el concepto que tienes de ti mismo.
Es compulsivo
Es situaciones normales, el sexo debería hacerte sentir bien. Si acudes a él para sentirte menos mal, ya sea para reducir tu ansiedad, aumentar tu autoestima o evadir otros problemas, toma nota de ello.
Si sientes que no eres capaz de abstenerte de tus prácticas compulsivas, y el hacerlo te pone de mal humor, ansioso, incómodo o definitivamente no puedes pensar en otra cosa, probablemente estás fuera de control.
Dependes cada vez más
Al igual que sucede con el alcohol, el tabaco y otras drogas, uno desarrolla tolerancia al estímulo, de modo que al paso del tiempo son necesarios más y mayores estímulos para alcanzar el mismo confort emocional, del mismo modo que un drogadicto necesita cada vez mayores dosis para sentirse bien.
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