En el sexo las prisas, arrebatos aparte, no son buenas. Las caricias y los masajes son la mejor técnica para entrar en materia. Preámbulos tan sencillos como aplicaros aceites corporales o los juegos a base de besos y caricias pueden ser un buen inicio. Y por supuesto, una regla de oro: las mujeres necesitan más tiempo que los hombres antes de la penetración. El “pre-sexo” no se puede pasar por alto. Las zonas erógenas de las mujeres y de los hombres abarcan muchas partes distintas del cuerpo. ¡Todo un mundo sin explorar!
Independientemente de las propiedades afrodisíacas de determinados alimentos, la sugestión juega un papel clave, y lo que cuenta más que el alimento en sí es la intención de tomarlo. Si preparamos una cena a base de fresas y chocolate, sus propiedades afrodisíacas pueden despertar tu deseo o no pero lo que seguro funciona es el espíritu con el que lo haces. Apuesta por alimentos como la canela, ya sea en especia o incluso encendiendo velas con su aroma; el chocolate, que aumenta el deseo sexual; las fresas y frutos del bosque, cuya apariencia sensual es ideal para incitar el sexo con juegos; el ginseng, una raíz rica en ginsenósidos, hormona básica en la regulación del apetito sexual; ostras y mariscos, alimentos que contribuyen a la creación de testosterona y estrógenos; y la vainilla, cuyo sabor se relaciona con la pasión.
Ha llegado el momento de dejar volar tu fantasía, un elemento esencial en la relación sexual. Experimentar nuevas fórmulas o posturas ayuda a salir de la rutina. Eso sí, nunca hay que imponer, siempre con consenso y equilibrio. No se trata de estresarse probando mil y una posturas para tener una noche de sexo increíble, pero a nadie la amarga un dulce. En el peor de los casos podrás terminar contra el suelo o rompiendo parte del mobiliario de casa, pero sin duda se habrán divertido.
No sólo se trata de controlar las pérdidas de orina, los ejercicios de Kegel también tienen beneficios probados a la hora de mejorar el sexo con tu pareja. Son muy sencillos de realizar y puedes ponerlos en práctica en cualquier lugar y posición. Solo tienes que contraer y relajar los músculos pubocoxigeos (como si trataras de aguantarte las ganas de orinar) manteniendo la tensión unos segundos y haciendo de 10 a 20 repeticiones. Con esta práctica puedes fortalecer la llamada “musculatura del amor”, mejorar el flujo sanguíneo y aumentar la sensibilidad.
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